El perfeccionismo, el color vívido, la abundancia, la sexualidad, los ojos y la oscuridad regresan una y otra vez en mi trabajo. Me atrae el contraste: precisión contra caos, luz contra sombra, exceso contra moderación.

El mensaje no estás solo es tanto para mí como para cualquier otra persona. Pinto temas que aún estoy tratando de aceptar y entender. La obra es un espejo; a veces refleja al espectador, a veces me refleja a mí. Una forma de hacer que ciertas emociones y experiencias se sientan menos aisladas.

Cada pintura comienza con una clara intención pero permanece abierta al cambio. Trabajo en capas, tanto visual como conceptualmente, para que el significado pueda cambiar dependiendo de quién está mirando y cuándo. Los símbolos no son decoración; son anclas para la imaginación, pistas para los curiosos.

Espero que mis pinturas hagan que alguien se sienta reconocido, en su rareza, su alegría, su dolor, sus contradicciones.